El llamado a servir

 


El llamado a servir

Juan 13.1-20


En Palabra Permanente hemos avanzado a una nueva sección del Evangelio de Juan. A lo suyo vino (el mundo), y los suyos (su pueblo) no le recibieron. Jesús caminó en público llevando el mensaje del Padre al mundo, pero a partir de este capítulo 13 hasta el capítulo 16 él se aparta  para preparar a sus verdaderos discípulos ante su ausencia. La última enseñanza que registra Juan a sus discípulos es un llamado al servicio.  Una lección de humildad. 

Si alguna frase resumiera el cristianismo sería; salvos para servir. El llamado que Dios nos hace por medio de Cristo es que; seamos humildes y sirvamos a nuestros semejantes y hermanos con amor. Cristo les hace una pregunta a sus discípulos después de haber lavado los pies de ellos. Les dice: ¿Sabéis lo que he hecho? Esta misma pregunta el Señor nos la hace hoy a nosotros. ¿Entienden como deben tratarse ustedes como hermanos? Pienso que deberíamos prestar atención a la pregunta de Jesús.

Jesús siendo Rey se despojó de su manto, tomó la toalla y lavó los pies de sus discípulos. El llamado a nuestra vida es quitarnos el manto del orgullo y tomar la toalla del servicio. 

El ejemplo que Jesús hizo en sus discípulos, lavando los pies de ellos, tipificaba entrega y servicio. El sacrificio de Cristo fue servicio a la humanidad. Como discípulos tenían que hacer lo mismo entre ellos y con los discípulos que vinieran después. Tenían que entregarse con amor y servirse entre ellos. 

En nuestra sociedad estamos en una lucha constante por reconocimiento y posición, y los cristianos que no entienden el Evangelio también desean reconocimiento, títulos y posición. Pero el cristianismo se trata de humildad y servicio. Necesitamos entender que "el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20.28). Somos siervos que llevamos el mensaje del Señor. No somos más que el que nos envió. 

La mejor forma para servir es pensando y actuando como Jesucristo. Él era como Dios, pero no se aprovechó de eso, sino que se despojó de ese honor y aceptó ser humano viviendo entre nosotros (Fil.2.2-11). 

Así que actuemos como Jesús, quitemos el orgullo de nuestra carne que no nos permite servir con amor, y "revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes" (1 Pedro 5.5).

Solo hay una clase de grandeza a la que debemos aspirar, el servicio.






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