Luz en medio de las tinieblas


Luz en medio de las tinieblas

 Juan 12.12-19; 37-50

Cada vez más nos acercamos al punto clave de la primera venida del Mesías en este libro de Juan. La misión de Jesús era morir en la Cruz para restaurar y redimir al mundo con el Padre. En esta porción vemos que muchas personas que habían escuchado las palabras de Jesús y sabían del testimonio de la resurrección de Lázaro, estaban gritando por las calles de Jerusalén, ¡Viva el Salvador! 

Pero los fariseos no querían creer en él, a "pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos" (Juan 12.37). El orgullo cegó sus ojos y endureció su corazón (Juan 12.40). ¿Qué pasa si hay orgullo en nuestra vida? Si tenemos orgullo se cerrarán nuestros ojos y tendremos un corazón duro. Dios ha efectuado tantos milagros en nuestras vidas que haríamos mal en no reconocerlo.

Dios quiere sanarnos y convertirnos a él, pero para eso necesitamos creer en su hijo Jesús. Creer en Jesús es creer en Dios (Juan 12.44). Necesitamos aceptar que estamos en tinieblas y que requerimos luz para ver. Jesús es la luz que el hombre necesita para recomponer su vida. Una vida sin Jesús está en tinieblas. No importa cuanta religión tenga, sin Cristo está en tinieblas. El ejemplo lo tenemos en este pasaje. Los fariseos tenían la Torá y no podían ver la luz de Cristo. 

El mensaje que trae Jesús es luz para los hombres. Esta luz ha venido al mundo a salvarnos de la oscuridad del pecado, pero si rechazamos esa luz, su Palabra nos juzgará en el día del juicio. Por tanto, en el día del juicio lo que nos salvará será nuestra reacción y acción a ese mensaje. 

En su primera venida, el propósito de Cristo fue entregar el mensaje del Padre. No vino a juzgar. Estas son buenas noticias para nosotros. Tenemos aún esperanza. 

Esa luz ya vino al mundo, por eso, no endurezcas tu corazón al mensaje de Jesús como los que provocaron a Dios en el desierto (Hebreos 3.8), y por causa de ello anduvieron vagando sin conocer a Dios (Hebreos 3.10). Las personas que rechazan el Evangelio que Dios mandó en boca de Jesús, vagan por el mundo sin conocer a Dios. La incredulidad de los fariseos los separó de la verdad de Dios y no pudieron ver la luz. La incredulidad nos separa de la verdad de Dios. No seas incrédulo, sé creyente y conocerás a Dios. 

Sin la verdad de Jesús, las mentiras de las tinieblas nos hundirán en el abismo del error.

Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas (Juan 12.46).


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