Las evidencias del Espíritu Santo
Juan 16.5-11
Los discípulos de Jesús no
entendían por qué él se tenía que ir Padre. Su mente estaba limitada al aquí y
ahora. Ellos estaban pensando en sí mismos, tenían tristeza porque no verían
más a su maestro, ese sentimiento no les permitía oír las palabras de Jesús. En
ocasiones también me pregunté por qué se había ido Jesús y me había dejado en
este mundo hostil. Mi mente finita no alcanzaba a comprender la bendición que
nos dejó la partida de Jesús hacía el Padre.
Como creyentes nos convenía que
Jesús se fuera para que pudiéramos disfrutar de la compañía del Consolador. El
Espíritu Santo es nuestro ayudador. Consolador es la palabra griega
“paracletos” que significa: uno llamado a lado con el propósito de ayudar,
“particularmente en procedimientos legales y criminales” (Pealrman). De ahí que
a Jesús se le llamó nuestro abogado (1 Juan 2.1). Estos abogados en la cultura
griega eran llamados por sus amigos para que los representara en asuntos
legales. Los “paracletos” aconsejaban y defendían las causas de sus amigos. Eso
es lo que hace el Espíritu por nosotros, nos aconseja y defiende.
Los discípulos no sabían que iban
a hacer sin Jesús. Habían dejado todo por seguirlo y ahora Jesús se iría con el
Padre. Pero Jesús no los dejaría solos, mandaría otro Consolador. Jesús es el
Consolador, pero al irse mando uno igual a él para ayudar a sus discípulos. El
Espíritu Santo. Jesús estaba limitado a un cuerpo humano. No podía recorrer
grandes extensiones de terreno para llevar el mensaje del Padre, solo podía
estar en un lugar a la vez, pero por medio de su Espíritu usaría a sus
discípulos para que llevaran el Evangelio del reino por todo el mundo.
La partida de Jesús me ha
beneficiado
Ahora el Señor Jesús vive dentro
de ti. No está limitado solo al cuerpo, o a lo que tus ojos ven. Él llega a tu
mente, a tu corazón y a tu conciencia y te usa para que lleves el Evangelio al
mundo. El Espíritu Santo no tiene limitaciones, él usa a la iglesia para dar
evidencias al mundo de su condición. El Consolador te ayuda en tu vida y te usa
para la gloria del Padre.
El Espíritu Santo convence al
mundo
La palabra convencer significa
entre otras cosas dar evidencias contundentes para demostrar que estás
equivocado. ¿Cómo el Espíritu convence al hombre? Por medio de la predicación (1 Cor.1.18-25). El Espíritu Santo actúa en la vida
de los hombres cuando la Palabra de Dios es expuesta. Recordemos a Pedro, lleno
del Espíritu predicó ante cinco mil hombres exponiéndoles la Palabra de Dios y
su llamado fue “arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él
envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado” (Hechos 2.19-20). El
Espíritu Santo actúa en la vida de los hombres cuando oyen la Palabra de Dios.
Evidencias contra el mundo
La predicación de la Palabra de
Dios es importante porque por ella el Espíritu Santo da evidencias a los
hombres. Jesús dice que el Espíritu da evidencias acerca del pecado, de
justicia y de juicio.
De pecado
El Espíritu Santo nos da
evidencia de que el pecado que condena al hombre es la incredulidad. Jesús vino
al mundo a morir por el pecado del hombre. Él no vino a condenar, vino a
salvar. Pero el hombre se condena porque rechaza esa salvación (Juan 3.18-21).
No son pecados individuales los que condenan, es el pecado de la incredulidad.
No creer en el Hijo de Dios te condena. Los pecados individuales son resultados
del pecado del hombre.
De justicia
El Espíritu Santo nos da
evidencia de la justicia de Cristo. Nos revela que el sacrificio de Jesús es lo
único que necesitamos para ser salvos. El hecho que Dios haya recibido a su
Hijo de nuevo en el trono nos habla de que todo lo que hizo Jesús fue justo.
De juicio
El Espíritu Santo nos da
evidencia de que satanás fue juzgado en la Cruz. Jesús vino y venció al
príncipe de este mundo en su propio terreno. Un terreno de pecado y muerte.
Jesús venció al pecado en la Cruz y venció a la muerte en su resurrección.
Existía un acta de decreto en tu contra que decía “está muerto en su pecado,
debe morir”, firmada con tu rebeldía hacía Dios. Era una lista interminable que
exigía un pago (Colosenses 2.13-15).
Jesús tomó esa lista interminable
que había en tú contra, la clavo en la Cruz y pagó, con su sangre, la deuda que
tenías con Dios. De esa manera demostró el pobre poder que tiene satanás sobre
alguien que ha puesto su confianza en la Cruz. Cristo le quitó el poder a
satanás con su muerte y resurrección. Si has creído en el sacrificio del Señor
Jesús, el diablo ya no te puede acusar delante del trono, porque no hay decreto
contra ti.
Jesús te ha dado vida
Jesús te ha dado vida nueva en
este mundo de muerte. Te dio vida
perdonando todos tus pecados anulando esa acta de decretos que había contra ti.
Los tomo todos y los echó al fondo del mar. ¿Sabes por qué los echa al fondo
del mar? Para que no puedas ir tú de nuevo por ellos. Cuando Dios te perdona
lo hace completamente. Gracias Espíritu Santo por revelarnos las verdades de
Dios.
“No hay otro Dios como tú,
porque tú perdonas la maldad y olvidas las rebeliones de este pequeño resto de
tu pueblo. Tú nos muestras tu amor y no mantienes tu enojo para siempre. Ten
otra vez compasión de nosotros y sepulta nuestras maldades. Arroja nuestros
pecados a las profundidades del mar” (Miqueas 7.18-19, DHH).
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