El sacrificio de Cristo



Juan 19.17-42


El hombre se hundió en el pecado desde el principio de la creación. La desobediencia lo separó de Dios. Pero Dios se propuso restaurar su amistad con el hombre. Podemos notar que aun cuando el hombre falló, Dios tomó la iniciativa para recuperar su relación con el hombre.

 

La restauración total del mundo tuvo lugar en la cruz del Calvario. En la cruz Jesús derramó la sangre que se necesitaba para ofrecer a Dios un sacrificio perfecto. En estos versículos Juan nos menciona como Cristo fue crucificado. Pero nosotros meditaremos en quien crucificó al Señor y por qué lo hizo.

 

Tres razones por las que Jesús tuvo que morir


Dios no podía pasar por alto mi pecado. Uno de los atributos de Dios es la santidad. La santidad es parte de la naturaleza de Dios. Dios no puede convivir con el pecado. Por esa razón Dios necesitaba que alguien pagara por tanto pecado del mundo.

 

Yo estoy lleno de pecado. Estoy privado de la gloria de Dios, porque no hago lo bueno (Ro 3.23). La Biblia nos enseña que la paga del pecado es muerte (Ro 6.23). La muerte espiritual es el pago de tanto pecado.

 

La cruz fue la provisión de Dios para mí. Fue planeada por Dios desde el principio de la creación (Ap 13.8). La sangre de Cristo sustituyó la mía. Su sangre es perfecta y por eso Dios vio con agrado ese sacrificio. Si yo hubiera querido salvarme por mi propia cuenta no hubiera funcionado por el hecho de que mi sangre está contaminado por tanto pecado.

 

Mi pecado crucificó a Jesús


El pastor Rogers nos dice en su libro: “Nuestros pecados fueron los clavos que sujetaron a Jesús a la Cruz, y nuestros corazones endurecidos fueron los martillos que atravesaron con los clavos su carne sin pecado” (Rogers, 2006). Fuimos nosotros quienes crucificamos a Cristo. Aunque no estábamos presentes con nuestras actitudes lo condenamos.

 

Veamos que actitudes impías humanas clavaron a Jesús (Rogers, 2006).

 

La religión falsa. Los fariseos crucificaron al Señor con una máscara de religiosidad. Tenían religión, pero no tenían a Dios. Hay una verdadera religión (Santiago 1.27) que nos lleva a tener una experiencia con el verdadero Dios. La religión falsa aparenta piedad.


La hipocresía. Judas fue un ejemplo de lo que produce la hipocresía. Un hipócrita engaña a las personas. La hipocresía entregó a Jesús. El hipócrita daña a las personas a su alrededor. El disfraz de la hipocresía muestra una espiritualidad falsa. Existen muchos hipócritas en el mundo, pero no permitas que ninguno de ellos te aleje de Dios.


La cobardía. No tomar una decisión acerca de Cristo es una actitud de cobardía. Pilato nunca hizo lo correcto con Jesús. Él escuchó la opinión pública antes que la de Cristo y se condenó porque no atendió a la voz de Dios. Los cobardes son los primeros en la lista para perderse (Ap 21.8).


La conformidad. La mayoría de las personas se pierden porque solo escuchan lo que dicen los demás. No tienen una opinión propia. Son influenciados por los de su alrededor. Jesús nos dice que es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la perdición (Mt 7.13). Las multitudes siempre se equivocan. La multitud pidió a Barrabás, un ladrón. La gente, influenciada por los líderes religiosos, pidió a un culpable en vez de un inocente.


La crueldad. El juicio de Jesús y su castigo fue cruel. A Jesús lo robaron, le escupieron, le levantaron falsos, se burlaron, lo humillaron, lo golpearon, lo azotaron, lo despojaron y lo exhibieron públicamente crucificando a Jesús desnudo. La crueldad humana se manifestó en el sacrificio de Jesús.


La indiferencia. Había mucha gente observando lo que pasaba. Muchos sabían que era injusto lo que le estaban haciendo a Jesús, pero nadie alzo la voz para defenderlo. Había gente que le había seguido, pero no abrió su boca para pronunciarse en favor del Señor. Sigue habiendo personas indiferentes. Pueden llorar con un buen mensaje, pero no se arrepienten. Nunca alzarán su voz para hablar de Jesús.


La burla. La actitud más triste. Muchos se estaban burlando de Cristo en la cruz. Citaban mal las palabras de Cristo para burlarse de él (Mt 27.39-44). No les importaba la inocencia de Jesús. Solo se burlaban de su condición.

 

Estas actitudes fueron las que crucificaron a Jesús. No estuve allí, pero estas actitudes me representaban. Cristo murió por mi pecado ignorando estas actitudes. Se sacrificó para que yo no tuviera que sufrir el castigo eterno.


 En su sangre está nuestra fe 


En la cruz Dios manifestó su amor, su regalo y su libertad para ti (Ro 3.21-26). La fuente de la salvación está en la sangre derramada de Cristo. No en el madero, sino en su sangre. Al hablar de la cruz hay […] “personas que le rinden culto o que la llevan como un símbolo colgada en el cuello o colocada en el pecho” (Vidal, 2020), pero se olvidan de lo que significaba la cruz. La cruz era sinónimo de muerte. La cruz fue la herramienta humana para darle muerte a Jesús, pero su sangre es lo que nos da vida. Es en la sangre de Cristo donde debe estar tu fe (Ro 3.25).


El hombre tiene un obstáculo que no puede mover de su vida. Ese obstáculo es el pecado. Para que tú tengas salvación se necesita quitar el obstáculo que te impide relacionarte con Dios. Pero tú no puedes quitarlo. Dios tomó la iniciativa y entregó a su Hijo para que pudieras relacionarte de nuevo con él (Pearlman, 1992). La sangre de Cristo tiene el poder para cubrir tu pecado y estar en paz con Dios.


Cree en Jesús. Él ya perdonó tu pecado hace más de dos mil años. Solo necesitas reconocer tu pecado, tu rebelión, tus actitudes y pedir perdón a Dios por el mal que has hecho. Recibe su regalo de salvación. Acércate en humildad y él te perdonará. No hay pecado que Cristo no pueda perdonar. Jesús te dice; ven, ya todo ha sido consumado, yo quité la barrera que te separaba de Dios. Mi sangre te ha perdonado.






 

 

 

Referencias

Pearlman, M. (1992). Teología Bíblica y Sistemática. (B. Mercado, Trad.) Miami, Florida: Editorial Vida.

Rogers, A. (2006). La Pasión de Cristo y el Propósito de Nuestra Vida (Carolina Galán ed.). (M. Robaina, Trad.) Miami, Florida: Editorial Vida.

Vidal, C. (2020). En C. Vidal, Más que un rabino. Nashville,TN: B&H Publishing Group.

 

 


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