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1 Juan 3.1-10 Actuemos como hijos de Dios



¿Podemos identificar o reconocer quien es un hijo de Dios? Juan nos va a dar unas pistas para poder responder esta pregunta. El pensamiento gnóstico consideraba que el cuerpo del hombre era malo, pero el espíritu bueno. Por lo tanto, podían darle placer al cuerpo y el espíritu estaría intacto, porque era bueno. Juan expone que el que ha nacido de Dios es diferente, debido a que ha nacido de Dios.


Juan escribe para decirnos que somos lo que practicamos. Los que pecaban, con la excusa de que el cuerpo era malo, no eran hijos de Dios, sino hijos del diablo. El problema en la iglesia actual ha sido el pensamiento gnóstico del pesado. Se piensa que se puede pecar con el cuerpo, sin afectar el espíritu. Juan nos manifiesta que somos lo que practicamos. “El que practica el pecado es del diablo”. Hacemos lo que somos y lo que creemos. Si pecamos es porque somos pecadores. Si declaramos que somos hijos de Dios debemos actuar como tales. 


Hijos de Dios


Algo que debe llamarnos la atención es el hecho de que Dios nos ame. ¿Cómo un Dios bueno puede amar a unas criaturas malas? Muchas veces no se puede entender esa clase de amor, porque nosotros como humanos no estamos acostumbrados a recibir amor sin dar nada a cambio. Sin embargo, Dios mostró amor por nosotros a pesar de que éramos pecadores (Romanos 5.8).


Pero su sacrificio no solo lo hizo para salvarnos de nuestros pecados, al mismo tiempo quería que tuviéramos una relación con él. Podemos pasar de criaturas a hijos de Dios. Esto se logra cuando tomamos la gracia que Dios dio al mundo en la cruz. La gracia es un regalo que Dios dio a los hombres por medio de su Hijo. Ese regalo se encuentra en la obra de Cristo. Tomar ese regalo implica creer todo lo que dice la Escritura acerca de lo que hizo Cristo. A todos los que creen en Cristo se les da la bendición de ser hechos hijos de Dios (Juan 1.12).


Con todo, ese sacrificio es un regalo que ya fue entregado a la humanidad. Como tal lo puedes tomar o rechazar. Tú decides si tomas ese regalo llamado Gracia y lo hace tuyo, o lo rechazas y vives tu vida sin Dios y sin esperanza (Efesios 2.12-13). Es una decisión personal. Nadie debe obligarte a seguir a Dios. Dios te ama, pero no te obliga a amarlo. Dios entregó todo por ti, sin embargo, no te obliga a amarlo, porque si así fuera no sería un regalo. 


Dios quiere tener una relación de Padre e hijo contigo. Solo debes tomar la gracia que ya ha sido dada y empezar a actuar como hijo de Dios. 


Hijos de Dios o del diablo


Juan da unas características para identificar quien es un hijo de Dios o un hijo del diablo. Los hijos de Dios se purifican, porque saben que Dios es santo. Obedecen la ley de Dios, no pecan deliberadamente porque se mantienen en él, hacen cosas justas, no practican el pecado, porque han nacido de Dios. 


Por el contrario, los hijos del diablo se ensucian en el pecado, no obedecen la ley de Dios, pecan deliberadamente, son injustos, practican el pecado, porque no han nacido de Dios. Su padre es el diablo y los deseos de su padre quieren hacer (Juan 8.44). 


¿Podemos identificar o reconocer quien es un hijo de Dios o del diablo? Sí, se puede saber quien es el padre de una persona por lo que hace. Hacemos lo que somos. Si somos hijos de Dios haremos las cosas que Dios hace. Si somos hijos del diablo haremos las cosas del diablo. Recuerda hacemos lo que practicamos.


Ahora por otro lado, un hijo de Dios no es perfecto. Sigue pecando, pero no de una manera deliberada o como práctica. Mientras tengamos este cuerpo mortal lucharemos por agradar a Dios. El creyente tiene una lucha constante con su carne, sin embargo, tiene un ayudador, el abogado, quien esta para ayudarnos en nuestras debilidades. 


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